Comer bien para ver mejor

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Desde la antigüedad era conocido que la falta de vitaminas provocaba ceguera, pérdida de piezas dentales y hemorragias en los marineros que pasaban largos periodos en alta mar apartados de frutas y verduras frescas. “Con el avance en el conocimiento, se descubrió que la falta de vitamina A (ret...

Desde la antigüedad era conocido que la falta de vitaminas provocaba ceguera, pérdida de piezas dentales y hemorragias en los marineros que pasaban largos periodos en alta mar apartados de frutas y verduras frescas. “Con el avance en el conocimiento, se descubrió que la falta de vitamina A (retinol) era la causante de esta ceguera que comenzaba siendo nocturna y podía acabar siendo total. Por otro lado, la falta de vitamina C (ácido ascórbico) era la causante del escorbuto”, explica el Dr. Antonio Gascón Ginel, especialista de oftalmología del hospital Vithas Granada.

El experto señala como esenciales en nuestra dieta el retinol y los carotenos.  El retinol (vitamina A), juega un papel fundamental en el correcto funcionamiento de la retina y en la visión, cuando las condiciones de iluminación son bajas. Por su parte, los carotenos, son unos antioxidantes muy potentes que ayudan a prevenir el daño causado por el envejecimiento. Estas sustancias se encuentran presentes en altas cantidades en frutas y verduras de color rojo como el pimiento, el tomate, o los arándanos; así como en carnes rojas, el hígado y en la leche entera. Existen otros alimentos que tienen un elevado poder antiinflamatorio y también son de interés tanto a nivel ocular como sistémico, hablamos de los ácidos grasos omega-3. Estos se hayan en concentraciones elevadas en los pescados azules (salmón, sardinas, boquerones, atún, etc.) y los frutos secos.

“Actualmente, es bien conocida en nuestra especialidad la relación existente entre la degeneración macular asociada a la edad y la alimentación. Siendo la dieta el primer escalón terapéutico que se indica a pacientes con antecedentes familiares o en los que observamos cambios en su fondo de ojo, pudiendo detectar la enfermedad mucho antes de que el paciente tenga síntomas; de ahí la importancia de los controles periódicos”, aconseja Gascón Ginel.

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