Triada de rodilla. ¿Sabes qué es?

Triada de rodilla. ¿Sabes qué es?

Compartir

Seguro que muchos de vosotros/as, sobre todos los que sois aficionados al mundo del deporte, habéis oído hablar alguna vez de la triada de rodilla, una de las lesiones más temidas tanto por los deportistas de alto nivel como por aquellos que practicamos deporte de manera amateur. Esta triple les...

Seguro que muchos de vosotros/as, sobre todos los que sois aficionados al mundo del deporte, habéis oído hablar alguna vez de la triada de rodilla, una de las lesiones más temidas tanto por los deportistas de alto nivel como por aquellos que practicamos deporte de manera amateur. Esta triple lesión, que también recibe el nombre de triada infeliz o de O’Donoghue (en honor al traumatólogo que la describió por primera vez), consiste en una desafortunada concatenación de lesiones en la articulación de la rodilla, donde resultan dañados el ligamento interno, el menisco (un cartílago en la articulación) y el ligamento cruzado. Se produce cuando se realiza una frenada brusca con la pierna apoyada e inmediatamente después se realiza un giro (tibia sobre el fémur) provocando que el pie se quede anclado en el suelo y se lleve a cabo una torsión en la tibia.

El temor a esta lesión se fundamenta en varias razones; la primera de ellas es el largo periodo de tiempo que requiere su recuperación. En segundo lugar, el número de estructuras implicadas. La tercera razón radica en la posibilidad de no recuperar la movilidad anterior a la lesión y, por último, la obligación de pasar por el quirófano si se tiene intención de volver a competir o hacer deporte de manera habitual.

 

Diagnóstico y tratamiento.

Conocer de qué manera se ha producido el traumatismo nos ayuda en el diagnóstico de la lesión, aunque, frecuentemente, es difícil de realizar por el dolor intenso que la triada provoca en el paciente. Con todo ello, una simple radiografía nos permite ver la posición de las estructuras óseas y descartar fracturas o desgarros óseos en la inserción de los ligamentos. Pero la prueba que confirma definitivamente la lesión es la Resonancia Magnética.

En este tipo de lesiones se recomienda que el diagnóstico y tratamiento quirúrgico se realice pronto, para evitar futuras complicaciones como la inestabilidad y la artrosis de rodilla.

De igual forma, la precisión del diagnóstico es esencial a la hora de definir el tratamiento más adecuado. Para ello hay que determinar el grado de lesión de cada estructura implicada y luego evaluar cómo todas ellas afectan al conjunto de la articulación. Tanto el menisco como los ligamentos cruzados necesitarán siempre un tratamiento quirúrgico, pero la técnica escogida será fundamental para una recuperación total, especialmente en lo que respecta a los deportistas de élite.

A la hora de escoger el tratamiento, es necesario conocer el estado de cada uno de los elementos implicados en la lesión de forma individual en primer lugar y después de manera conjunta. Por ejemplo, las lesiones de ligamentos laterales de grado 1 y 2, no requieren de intervención quirúrgica ya que cicatrizan espontáneamente. De este modo, cuando el estado de la rodilla mejora lo suficiente, se inicia la rehabilitación para ayudar a la regeneración del ligamento. Por el contrario, cuando hablamos de los ligamentos cruzados estos siempre van a requerir de cirugía para su reparación, pues no tienen la capacidad de regenerarse por sí mismos.

En este tipo de intervenciones, se emplea generalmente el tejido del mismo paciente, sacado de los isquiotibiales o del tendón rotuliano, para que el cuerpo lo acepte sin problemas. De no ser posible, se optaría por un injerto de un banco de tejidos.

 

Plazos para la recuperación total.

De media, la evaluación y control postoperatorio hacen que esta operación tenga un excelente resultado funcional a los 6 meses. Este sería el cronograma ‘tipo’ de una fase de recuperación.

  • Tras un primer mes de poca actividad física el paciente puede comenzar la rehabilitación, que se puede prolongar durante dos meses.
  • A los 3 - 4 meses se puede volver a realizar actividades cotidianas.
  • No se recomienda que el paciente realice actividades deportivas antes de un año de la intervención y siempre tras un periodo de fortalecimiento de la musculatura de la rodilla.

En el caso de los deportistas profesionales, estos deben esperar al menos 6 o 7 meses ya que, hasta pasado ese periodo de tiempo, músculos carecen de suficiente fuerza como para afrontar un entrenamiento deportivo.

Consejos relacionados